La gorila

El zoológico de Huelva adquirió un gorila hembra que iba a ser la mayor atracción del recinto. Pero parece que tras un tiempo en el zoo  la gorila se volvió arisca y difícil de tratar. Los cuidadores avisaron rápidamente al veterinario que les advirtió que o le buscaban un macho o tendrían que castrarla. Eso era un problema porque debido a que es una especie difícil de encontrar en cautividad pretendían que tuviera descendencia para poder prolongar en el tiempo la presencia de gorilas en el zoo, así que hasta que consiguieran un macho gorila decidieron buscar una solución.

El director del zoológico pensó en un empleado que era de Lepe y más bruto que un arado y tenía fama de ser un auténtico semental que no le hacía ascos a nada. De inmediato le llamaron a dirección así que le propusieron el asunto sin más rodeos:

- A ver lepero, ¿tendrías relaciones con la gorila por, digamos, 500 euros?
- Uf, es una decisión difícil. ¿Me lo puedo pensar hasta mañana?

El director de zoo pensó que un día más no importaba y se citaron para el día siguiente en el despacho. Así que al día siguiente ahí estaba el lepero con su decisión final y le recibieron los dos cuidadores de la gorila, el veterinario y el director.

- Estoy dispuesto - el director entusiasmado por la aceptación esbozó una gran sonrisa - pero tengo tres condiciones.
- Bueno, dime las condiciones - contestó el director asustado de que el dinero no fuese suficiente o que el lepero le saliera con algo imposible.

- Primera, nada de besos.
- El director extrañado - Vaaaaale, vale... sin besos - miro a los cuidadores y al veterinario con perplejidad - Continúa.
- Segunda, no quiero saber nada de hijos.
- Los tres tuvieron que disimular mucho la risa, pero bueno, si todo era de este tipo no había problema, aunque había una tercera. Con ironía el director le contestó - De eso nos encargamos nosotros, no te preocupes muchacho. Dinos la última.
- La tercera es que necesito por lo menos otra semana más para juntar los 500 euros.