La gasolinera
Debido a la crisis, el dueño de una gasolinera rural no sabe qué hacer para aumentar las ventas de su negocio y así poder afrontar las deudas y mantener su negocio a flote. Le dio muchas vueltas a la cabeza y se le ocurrió poner un cartel que rezaba: "Sexo gratis al llenar el depósito".
La medida fue un éxito y pronto corrió la voz por la comarca. Un vecino que nunca echaba en esa gasolinera vio el cartel y decidió llenar el depósito. Tras pagar, preguntó por el sexo gratis, a lo que el dueño de la gasolinera le dijo que para conseguir el premio tenía que elegir un número entre el uno y el diez y, si acertaba, tendría sexo gratis:
- No sé, el 5.
- Lo siento mucho, el número era el 2. Otra vez será.
Dos días más tarde volvió a la gasolinera y después de pagar tuvo que enfrentarse de nuevo a la prueba del número.
- El 2.
- Lo siento, era el 5. Seguro que la próxima vez aciertas.
Otros dos días después volvió a la gasolinera con otro amigo de la comarca y llenó el depósito, y nuevamente se enfrentó a la suerte.
- El 8.
- Uy, casi. Era el 7. Tendrás que probar otra vez.
Ya en el coche, este cliente le comenta a su amigo:
-Yo creo que el juego es un engaño. Da igual el número que diga, siempre va a ser otro.
- No, no. ¡Qué dices! Este hombre es muy honesto. Sin ir más lejos, mi mujer ganó un par de veces la semana pasada.
La medida fue un éxito y pronto corrió la voz por la comarca. Un vecino que nunca echaba en esa gasolinera vio el cartel y decidió llenar el depósito. Tras pagar, preguntó por el sexo gratis, a lo que el dueño de la gasolinera le dijo que para conseguir el premio tenía que elegir un número entre el uno y el diez y, si acertaba, tendría sexo gratis:
- No sé, el 5.
- Lo siento mucho, el número era el 2. Otra vez será.
Dos días más tarde volvió a la gasolinera y después de pagar tuvo que enfrentarse de nuevo a la prueba del número.
- El 2.
- Lo siento, era el 5. Seguro que la próxima vez aciertas.
Otros dos días después volvió a la gasolinera con otro amigo de la comarca y llenó el depósito, y nuevamente se enfrentó a la suerte.
- El 8.
- Uy, casi. Era el 7. Tendrás que probar otra vez.
Ya en el coche, este cliente le comenta a su amigo:
-Yo creo que el juego es un engaño. Da igual el número que diga, siempre va a ser otro.
- No, no. ¡Qué dices! Este hombre es muy honesto. Sin ir más lejos, mi mujer ganó un par de veces la semana pasada.
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