El amante

Una señora recibe a su amante por las mañanas mientras su marido está en trabajo. Su hijo, un poco travieso, muchos días decide esconderse en el armario para no ir al colegio.

Un día coincidió que el hijo pequeño se quedó en el armario al tiempo que el amante de su madre la visitaba. Por si fuera poco, ese día hubo una inundación en el trabajo del esposo y esté tuvo que volver a casa a una hora inesperada.

Cuando se abre la puerta de la casa, rápidamente la esposa le pide a su amante que se meta en el armario. Allí, el amante se encuentra con el pequeño:

- Hola señor. Aquí está oscuro.
- Sí, sí. Muy oscuro.
- Tengo un juego de pelotas de tenis.
- Muy bien chaval, pero ¿podrías hablar más bajo?
- Es que he pensado que quizá quieras comprármelas.
- No. Muchas gracias. Silencio chaval por favor.
- ¿Sabes que mi papá está ahí fuera?
- Está bien, ¿si te las compro te callas?
- Sí, son 100 euros.
- ¡Me cag...! Toma, y silencio por favor.

Unas semanas después se alinearon los astros para que sucediera la misma situación:

- Hola señor. Aquí está oscuro.
- Sí, sí. Muy oscuro.
- Tengo una raqueta de tenis.
- Está bien, ¿cuánto es esta vez?
- Sí, son 1000 euros.
- ¡Me cag...! ¡Ni de coña!
- Mi papá está ahí fuera.
- Bueno bueno bueno. Vamos a llevarnos bien. Toma y en paz.

Cuando llegó la primavera, el padre en su día libre le dice a su hijo:

- Venga Jaimito, vamos a jugar al tenis. Coge las pelotas y las raquetas que nos vamos.
- Mira papá. Es que vendí mi raqueta y las pelotas.
- ¿Pero por qué? ¡Ay madre mía! ¡Si la raqueta era muy cara! ¿Por cuánto la has vendido?
- Por 1.000 euros.
- ¡Pero hijo mío! Pero si nos costó 250 euros. No debes timar a tus amigos. En vez de a jugar al tenis vamos a ir los dos a la iglesia y le vas a contar al cura lo que has hecho para que te perdone tus pecados.

Van para la iglesia y les recibe el cura, mientras el niño asiste a la conversación del padre y el cura. El niño mira atento sonriendo mientras ve la expresión de pánico del cura por el relato del padre. Terminan y le dice el padre al niño que pase para el confesionario que el se retiraba a rezar hasta que terminasen:

- Hola señor cura. Aquí está oscuro.
- ¡Venga no empecemos que sabemos de qué va esto! ¿Cuánto quieres?


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