El dolor de cabeza
Ese joven despreocupado y sin problemas que hacía lo que quería y era feliz, un día empezó a sufrir dolores de cabeza, ligeros al principio, pero que fueron aumentando hasta llegar a ser insoportables.
Cuando el dolor empezó a afectar al trabajo y su vida personal, decidió a ir al médico.
En el hospital le hicieron decenas de pruebas: radiografías, muestras de sangre, de heces, de orina, y por fin llegó el día de los resultados:
- Tengo una noticia buena y una mala.
- ¡Dígame doctor!
- La buena es que puedo curarle sus dolores de cabeza. La mala es que para hacerlo tendré que castrarlo.
-¡Ay Dios! ¿Pero cómo es eso?
- Usted sufre una rara situación en la que sus testículos oprimen la base de su columna vertebral, y eso le causa dolores de cabeza. La única manera de remediarlo es extirpar sus testículos.
El hombre se quedó deprimido, tan joven y sin testículos, pero sus jaquecas empeoraban y desesperado decidió someterse a la operación. Al salir del hospital, el dolor de cabeza había desaparecido por completo, pero se sentía abatido y desanimado, como si le faltara una parte de sí mismo.
Decidió animarse yéndose de compras y, por qué no, comprarse un traje caro, para estar muy elegante y subir su autoestima.
- Hola, quería un traje nuevo. El más elegante que tengan.
- Muy bien, talla 44 ¿Verdad?
-¡Ahí va! Sí ¿Cómo lo supo?
- Es mi trabajo.
El hombre se quedó sorprendido del tino del vendedor y comprobó que el traje le quedaba como un guante.
- ¿Qué le parece una camisa nueva?
- Pues, ¿por qué no?
- Veamos, ha de ser un 34 de mangas y dieciséis de cuello.
- ¡Menudo crack! ¡Eso es!
- Es mi trabajo. ¿Y Unos zapatos nuevos?
- Por supuesto.
- Marchando un 42.
- ¡Exacto! ¿Y eso cómo lo ha sabido?
- Es mi trabajo.
- ¿Qué le parece si se lleva también unos calzoncillos nuevos?
- ¡Buena idea!
- Le traigo una talla 36
- ¡Anda! Por fin una vez que no acierta. He usado talla 34 desde los dieciocho años.
- No es posible que use la 34; el calzoncillo estaría demasiado apretado, le presionaría los testículos contra la base de la columna y tendría todo el día un tremendo dolor de cabeza.
En el hospital le hicieron decenas de pruebas: radiografías, muestras de sangre, de heces, de orina, y por fin llegó el día de los resultados:
- Tengo una noticia buena y una mala.
- ¡Dígame doctor!
- La buena es que puedo curarle sus dolores de cabeza. La mala es que para hacerlo tendré que castrarlo.
-¡Ay Dios! ¿Pero cómo es eso?
- Usted sufre una rara situación en la que sus testículos oprimen la base de su columna vertebral, y eso le causa dolores de cabeza. La única manera de remediarlo es extirpar sus testículos.
El hombre se quedó deprimido, tan joven y sin testículos, pero sus jaquecas empeoraban y desesperado decidió someterse a la operación. Al salir del hospital, el dolor de cabeza había desaparecido por completo, pero se sentía abatido y desanimado, como si le faltara una parte de sí mismo.
Decidió animarse yéndose de compras y, por qué no, comprarse un traje caro, para estar muy elegante y subir su autoestima.
- Hola, quería un traje nuevo. El más elegante que tengan.
- Muy bien, talla 44 ¿Verdad?
-¡Ahí va! Sí ¿Cómo lo supo?
- Es mi trabajo.
El hombre se quedó sorprendido del tino del vendedor y comprobó que el traje le quedaba como un guante.
- ¿Qué le parece una camisa nueva?
- Pues, ¿por qué no?
- Veamos, ha de ser un 34 de mangas y dieciséis de cuello.
- ¡Menudo crack! ¡Eso es!
- Es mi trabajo. ¿Y Unos zapatos nuevos?
- Por supuesto.
- Marchando un 42.
- ¡Exacto! ¿Y eso cómo lo ha sabido?
- Es mi trabajo.
- ¿Qué le parece si se lleva también unos calzoncillos nuevos?
- ¡Buena idea!
- Le traigo una talla 36
- ¡Anda! Por fin una vez que no acierta. He usado talla 34 desde los dieciocho años.
- No es posible que use la 34; el calzoncillo estaría demasiado apretado, le presionaría los testículos contra la base de la columna y tendría todo el día un tremendo dolor de cabeza.
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