La confusión

Una señora llevaba años queriendo tener un hijo pero no tenía pareja, ni posibilidad de adopción y no tenía suficientes recursos para pagarse una inseminación artificial. Un día una amiga le habló de una agencia que seleccionaba hombres para dejar embarazadas a mujeres por el "método tradicional" y lo hacían gratis. La mujer, escéptica acudió a la agencia y habló con el encargado:
- Buenas, he oído hablar del servicio pero no me queda muy claro como seleccionan al padre anónimo.
 - Es un hombre seleccionado con mucho cuidado, que hace todo lo necesario para que usted quede embarazada. 
- ¡Ay! Tengo mucha ilusión por tener un bebé, así que venga. Vamos allá. 
- Muy bien, deme su dirección y en un par de días irá a su casa un padre anónimo.

La vecina de la casa de al lado de esta señora estaba muy ilusionada con que su hijo pudiese trabajar como modelo infantil. Le habían llamado de una agencia de modelos infantiles para que uno de los fotógrafos fuese a su casa a hacerle un book de fotos profesionales:
- Buenas, he oído hablar del servicio pero no me queda muy claro como seleccionan al fotógrafo.
- Es un profesional seleccionado con mucho cuidado, que hace todo lo necesario para que usted y su hijo se sientan cómodos.
- ¡Ay! Tengo mucha ilusión por ver a mi hijo en los anuncios, así que venga. Vamos allá. 
- Muy bien, deme su dirección y en un par de días irá a su casa el fotógrafo.

 Días después el fotógrafo de niños llegó al barrio y se confundió de casa, y llamó a la vecina que esperaba al padre anónimo.

- Buenos días señora, vengo por lo del niño. 
- Sí, pase usted. ¿Quiere tomar algo? 
- No, muchas gracias. El alcohol no es bueno para mi trabajo. Además, quiero comenzar cuanto antes. - Muy bien, ¿pasamos a la habitación? 
- Puede ser allí, aunque me gustaría más aquí en la sala; digamos que dos en la alfombra, dos en el sofá y también en el jardín. 
- ¿Pues cuántos van a ser? 
- Más o menos cinco, pero si usted acepta pueden ser más.

El fotógrafo sacó uno de sus book con fotos de niños:

- Quiero que vea algo de lo que he hecho, tengo una técnica que le gusta mucho a mis clientas. Por ejemplo: mire este niño qué bonito; lo hice en un parque público, a plena luz del día; se juntó la gente para verme y hasta me ayudaron dos amigos, porque la señora era muy exigente: con nada le daba gusto. Para colmo, esa vez tuve que suspender el trabajo porque llegó una ardilla y comenzó a mordisquearme el equipo. 
- ¡No me lo puedo creer!
- Sí, sí. Ahora, vea estos mellizos. En esa ocasión sí que me lucí. La mamá se portó estupendamente y todo lo hice en menos de cinco minutos: llegué y ¡paf, paf!, solo dos disparos y mire que bien me salieron los gemelitos. 
- ¿Pero tiene más? 
- Sí mire. Con este niño batallé más. La mamá era muy nerviosa. Yo le dije: "Señora, usted vuélvase para el otro lado y no mire, y deje que lo haga yo todo". Y mientras ella se dio la vuelta lo hice todo.
- Estoy un poco abrumada.
- ¿Quiere comenzar? 
- Cuando usted diga.
- Está bien; voy por el trípode. 
- ¿Trípode? 
- Sí, mi aparato es muy grande. Necesito el trípode para apoyarlo porque ni con las dos manos puedo sostenerlo bien y... ¡Señora!¡Señora! ¡Señoooraaa!, ¿pero adónde va? ¡No corra! ¿Y el niño?

Comentarios

Entradas populares de este blog

El champú

Centro psiquiátrico

El robo en el banco