Tacaño agonizando

Un hombre que había pasado toda su vida ahorrando demostrando una tacañería casi enfermiza llega al final de su vida y en su lecho de muerte le dice a su mujer y a sus hijos:

- Querida, dónde estás.
- Aquí, estoy contigo.
- Muy bien, dame tu mano. Y tú hijo ¿estás ahí?
- Sí padre, estoy con usted. 
- Gracias hijo, ya veo. Y tú, hija mía. No te oigo.
- Padre, también estoy aquí.
- Muy bien, muy bien. Y si todos estamos aquí, ¿qué hace la luz del pasillo encendida?


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