El director del banco

Una señora mayor fue un día al banco llevando un bolso lleno de dinero. Insistía en que quería hablar con el director para abrir una cuenta porque iba a ingresar mucho dinero. Después de mucho discutir, la dejaron entrar al despacho del director. 

- Pues bien señora, dígame.
- Quiero abrir una cuenta con dos millones de euros.
- Señora, me sorprende que lleve tanto dinero encima, ¿de dónde lo ha sacado?
- Hago apuestas. 
- ¿Apuestas? ¿Qué tipo de apuestas?
- Por ejemplo, ¡le apuesto a usted un millón a que sus pelotas son cuadradas!
- Esa es una apuesta estúpida. Usted nunca puede ganar una apuesta de este tipo. 
- Entonces, de ser así, ¿estará usted dispuesto a aceptar mi apuesta?
- Me da cosa ganar dinero de forma tan sencilla, pero creo que se está riendo de mí y por supuesto que voy a aceptarla. 
- De acuerdo pero, como hay mucho dinero en juego, ¿puedo venir mañana a primera hora con mi abogado para que haga de testigo? 
- Bueno, no lo había pensado, pero supongo que es lo justo. Por supuesto.

Aquella noche el presidente estaba muy nervioso por la apuesta y pasó largo tiempo mirándose sus pelotas en el espejo, volviéndose de un lado a otro una y otra vez. Se hizo un riguroso examen y quedó absolutamente convencido de que sus pelotas no eran cuadradas y de que ganaría la apuesta. A la mañana siguiente estaban justo antes de la apertura la señora y el abogada en la oficina bancaria esperando al director del banco y, tras las oportunas presentaciones y repitió la apuesta de un millón de euros a que las pelotas del director son cuadradas. 

El presidente aceptó de nuevo la apuesta y la señora le pidió que se bajara los pantalones para que todos las pudieran ver. El presidente se los bajó. La señora se acercó y miró sus pelotas detenidamente y le preguntó:

- Es mucho dinero, y me tengo que cerciorar. ¿Se las puedo tocar. 
- Bien, de acuerdo; un millón de euros es mucho dinero y comprendo que quiera estar absolutamente segura. 

En el momento del tocamiento, el abogado exclamó y empezó a llorar como un bebé y se dio de cabezazos contra la pared. El director del banco le preguntó a la señora por el espectáculo que estaba contemplando:

- ¿Qué le pasa a su abogado?
- Nada, sólo que he apostado con él cinco millones de euros a que hoy a primera hora de la mañana tendría las pelotas del director de un banco en mis manos.


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