El terapeuta

Una pareja lleva meses sin hacer el amor. Él sufre de impotencia y ella tiene enormes jaquecas cuando piensa en acostarse con su marido. Tras largo tiempo, la mujer pensó que esto podría afectar de manera muy negativa al matrimonio, así que decidió poner remedio. Un día, habló con su esposo:

- ¿Te acuerdas de esas jaquecas que me daban cada vez que íbamos a hacer el amor? 
- Sí.
- Pues ya no me pasa.
- ¡Cómo! ¿ya no tienes más dolor de cabeza?
- No te había dicho nada, pero he ido a un terapeuta que me ha curado. 
- ¿Así sin más?
- No, bueno. Me dijo que tenía que ponerme delante de un espejo y decirme a mí misma una y otra vez: "No tengo dolor de cabeza, no tengo dolor de cabeza, no tengo dolor de cabeza..."
- ¿Y se te ha pasado?
- Bueno, hice eso y mi dolor de cabeza desapareció. 
- ¡Qué maravilla! 
- Ahora solo falta solucionar lo tuyo para que podamos tener sexo.
- Vaya, lo tenías que sacar.
- ¿Por qué no vas tú también al terapeuta?
- Bueno.

El marido le hizo caso y pidió cita con el terapeuta. Después de unos días de terapia quería se sintió preparado para acostarse con su mujer, así que llegó la noche, se desnudó y le pidió a su mujer que se fuera metiendo en la cama. El marido fue al baño y cuando volvió saltó sobre la cama e hizo el amor a su mujer como nunca antes se lo habían hecho. La esposa ya henchida de placer se quedó sin palabras y gemidos. De repente, el esposo vuelve al baño y deja a su mujer temblando; cuando volvió, el segundo fue mejor aún que el primero. Pero nada más terminar, volvió al baño y apareció en escena una tercera vez y le dio a su mujer una nueva sesión de placer inconmensurable. A la cuarta vez que el marido fue al baño, la mujer decidió soportar el temblor de sus piernas y seguirle y allí le vio, parado frente al espejo y diciéndose a sí mismo:

- No es mi mujer, no es mi mujer, no es mi mujer...

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